Hoy todo el mundo habla de mí, todos se creen con derecho
a opinar y a condenarme sin molestarse
siquiera en preguntar o en conocer mi versión.
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¡Pobre mujer! , comentan las vecinas, parece que ha
entrado una loca en su casa y la ha degollado.
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Y no ha sido un robo, los policías dicen que no se
ha llevado nada.
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Ha sido la enfermera del segundo ¿no? , la que
trabajaba en la maternidad, añadía una tercera.
Hoy soy una asesina y cumpliré mi castigo.
Si se pusieran en mi pellejo, si cargaran, aunque fuera por unos instantes, este pesado lastre que arrastro desde hace tanto tiempo; entonces sabrían lo que he tenido que sufrir durante estos años, cómo he vivido con el corazón y el alma maquillados, esperando mi momento, lo único que me daba las fuerzas suficientes para levantarme cada día. Ese momento había llegado.
Sí, la he matado, a sangre fría y lo volvería a
hacer, porque… ¿dónde estaban los que ahora me juzgan cuando esa “persona” me
quitó a mi bebé para traficar con sus órganos?
Más zapatos a medida o no en la zapatería de Gastón.
Uau!!! Teresa, fuerte esto. Solemos tener la costumbre de hablar y hablar, sentenciamos desconociendo la verdad. Feo vicio pero extendido.
ResponderEliminarEste jueves me da que vamos a tener que reflexionar mucho.
Un abrazo.
Antes de juzgar, siempre hay que considerar las circunstancias por las que se llegó a semejante extremo, más si resulta ser que esa persona no contaba con antecedentes ni violentos ni delictivos. No se debe justificar lo que sigue siendo un delito, pero sí al menos intentar demarcar el contexto.
ResponderEliminarUn abrazo
Desde fuera todos se sienten con derecho a opinar, frívolamente, desde adentro de la persona que ha matado, cuenta el odio acumulado año tras año, eso o te mata o te hace matar. El ojo por ojo nunca soluciona las cosas, pero...¿cómo evitarlo cuando se ha sufrido de ese modo? La justicia por nuestra mano, cosa muy peligrosa.
ResponderEliminarMe pregunto qué razones impulsaron a aquella mujer para hacer lo que hizo con un bebé, no las encuentro ni las puedo justificar, además eso sería otra historia.
Nos cuentas un relato duro que suena a muy verídico, leemos cosas así cada día, habrá que reflexionar sobre meternos en piel ajena, hay que hacerlo, intentarlo en todas direcciones, no únicamente en una,complicado.
Besito.
Tal vez eso se llame comprensión, en este caso muchos, que no todos, nos podríamos en el pellejo o en el zapato de ella. Aunque no lo vivas en tus carnes es fácil darle la razón, pero en este caso entran en juego muchas cosas, justicia, el juez que te toque, las ganas de trabajar del abogado, tu aspecto, tu dinero y patrimonio... muchas cosas, demasiadas, las variables son múltiples, compañera.
ResponderEliminarUn besito, muy buena la entrada.
Nadie se pone en el lugar de otro, y en este tipo de noticias, en muchas ocasiones, vale más el morbo que generan que el fondo de la realidad y aún así, la lucha para que la verdad salga a veces es infructuosa, con lo cual, hay quien sin buscarlo se encuentra con su imagen menos querida enfrentada como si ello le hiciera salir de ese callejón... y debe ser duro comprobar después que no ha servido de nada, su corazón seguirá doliéndose.
ResponderEliminarFuerte pero real como la vida misma
Besos!!
Qué difíciles son ciertas situaciones, cuestiones que no nos son dadas a comprender, porque comprenderlas requiere mucho más que ponerse en los zapatos de alguien (o, como bien dices, en su pellejo). Creo que juzgar desde lejos, es lo más fácil, horrorizarnos o decir cómo se debe proceder, igualmente fácil, solo una madre siente ese horror, ese impulso fuerte e inevitable, de vengar muy a su modo y desde su dolor una fatalidad semejante. En definitiva, hay que estar en "ese" lugar, para entender su .
ResponderEliminarcomportamiento y el desenlace.No hay más que ceñirse a lo que abiertamente el texto expresa. Está todo dicho.
Un beso al vuelo!
Gaby*
Hay situaciones en las que es imposible ponerse en la piel de otro, a no ser que se haya pasado por la misma situación. Esta que tú describes es una de esas ellas. Es comprensible la sed de venganza, el odio acumulado de una madre que pierde a un hijo por la miserable actuación de una persona sin escrúpulos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece muy claro lo que pasa, y como siempre nos adelantamos al juzgar. Si esperáramos y escucháramos, nos iría de otra manera. Felicidades por explicarnos lo deprisa que juzgamos.
ResponderEliminarNunca un crimen es justificado; aunque en este caso si comprendido.
ResponderEliminarUn abrazo
Sorprendente final que nos muestra una razón, no se si justificara o no, pero el dolor de perder a un hijo debe ser de lo peor y encima para traficar con sus órganos, ni te cuento. Me gustó ponerme en tus zapatos.
ResponderEliminarBesitos ahijajuevera
Buenoooooo, como está el patio. Me has dejado clavado en la silla.
ResponderEliminarUn texto curioso, tres fotos contundentes en una ficción salpicada de rojo.
Besos
Ay, Dios! No es que me hayas puesto en su lugar, es que la ayudo. Estoy contra la pena de muerte, contra la venganza, pero hay casos que ...
ResponderEliminarBesos con empatía.
Ay Teresa!!! Me dejaste pasmada la verdad!!! Qué relato ágil, y llevadero, con ese final impresionante.
ResponderEliminarUf... Que maravilla escribir así. Te felicito!!!
Un besote.
El final es como un martillo que golpea muy fuerte al lector. Lo más interesante es lo que queda oculto, la travesía que debió realizar para llegar a su victima, cómo descubrió que realmente que su bebé fue usado para el tráfico de órganos. También podemos pensar que ante el trauma de la perdida de un hijo, buscar a un culpable para mitigar el dolor, es el resultado de esa misma inestabilidad emocional. En fin, un relato bien construido que da para mucho análisis y abre cientos de posibilidades. Excelente aporte juevero!
ResponderEliminarMadre mía, Tere, me has dejado impactada con esta historia. Este jueves vamos a tener material más que de sobra para reflexionar, cómo dice Chelo (San). Difícil situación la de esa madre y más difícil aún ponerse en su lugar, a pesar de sus motivos, ha cometido un crimen y tendrá que pagar por ello. Un beso.
ResponderEliminarComplicado si. Complicado no entender a esta mujer, como no entender lo que la llevó a matar. En principio creo que la mayoría podría llegar a eso si se trata de su hijo. Complicado entender el hecho de hacer justicia por mano propia, nadie tiene derecho sobre la vida de otro, aunque este sea la peor escoria sobre la tierra.
ResponderEliminarComplicada tarea para el que deba juzgar y hacer prevalecer la justicia y el derecho ante todo.
Muy bien planteado tu jueves, daría para un largo debate.
un abrazo
Gracias por el enlace!
¿dónde estaban? pues en ningun lado brindando ninguna ayuda... que tema delicado, que venganza para conseguir justicia por mano propia... es justa, creo yo... porque la razón en esos casos nos lleva a hacer cualquier tipo de acción para enmendar aquel dolor desgarrador. un realto muy bueno! un beso!
ResponderEliminarDespués de leer pienso: qué difícil es ser juez y, sobre todo, justo. Ponerse en el lugar de una persona que ha sufrido como esta madre y llegar a entender o aceptar lo inaceptable.
ResponderEliminarun saludo :)
Qué dilema! ¿cómo se le puede pedir a una persona que ha sufrido lo indecible y a quien la justicia no brinda adecuada respuesta que se resigne?, creo definitivamente que hay que estar en sus zapatos para juzgarla, yo no me atrevería. Buen relato Tere, terrible tema!
ResponderEliminarBesos
En ese caso tan extremo y en algunos parecidos, la pregunta es logica. Decisiones tras toda una vida de aguantar...... nadie podria juzgar con objetividad.
ResponderEliminarun beso
¡Vaya sorpresa!
ResponderEliminarEn este tema tan complicado no me cambio los zapatos, ni siquiera me atrevería a emitir juicio...mejor lo dejo para los jueces.
Un buen relato, Teresa.
Un beso.