DOLOR EMOCIONAL
Me duele la misma vida verte sufrir.
No tengo
fractura abierta, ni sangro por la herida, la lesión no está en mi cuerpo, no
duelen mis cicatrices… pero me llora el alma
y la mente con tu afección, porque si tú estás mal a mí me falta el aire para respirar, porque doy mi vida para aliviar tu dolor, porque me
siento inútil ante tu sufrimiento, porque se me encoge el corazón cada vez que
te miro, porque no existe malestar físico comparable a la angustia y al tormento que
siente una madre que contempla impotente el padecimiento de un hijo.
Ese es hoy mi dolor emocional.
hay dolores en carne ajena infinitamente más dolorosos
ResponderEliminarCualquier cosa, hasta la misma vida por quitarle a ellos cualquier dolor.
ResponderEliminarUn abrazo Tere.
Todo lo referente a los hijos, es lo más gordo que hay en esta vida ¡Dios nos libre!
ResponderEliminarEse es un verdadero dolor emocional, y te aseguro que nunca tiene fin mientras una madre siga con vida. Bss.
ResponderEliminarAsí es, no existe dolor físico comparable a la angustia y al tormento que siente una madre que contempla impotente el padecimiento de un hijo. Ni para la angustia y desesperación cuando ves fallecer a tu hijo. Es lo peor que le puede suceder a una persona.
ResponderEliminarBss.
No hay dolor mayor. No hay impotencia más grande.
ResponderEliminarLo has dicho con las palabras exactas.
un fuerte abrazo
Me sumo a tu jueves, la impotencia de ver mal a un hij@...Para una madre es un dolor tan fisico que llega a invadir el alma y encojerla de miedo. Precioso relato guapa.
ResponderEliminarEn mi blog tienes un regalito con tu nombre, es mi manera deagradecer tu jueves.
Besos amiga.
Tienes toda la razón, la vida daríamos si fuera preciso por ellos, no queremos que sufran ni siquiera la molestia del aire.
ResponderEliminarEs muy bonito, Tere. Y sé que lo has narrado con el corazón.
Un beso.
Sinceramente... te comprendo. Así con todas las letras. La vida daría una por no verlos sufrir ni padecer por nada. Son parte de una, y de algún modo, ellos siempre nos habitan en cada rinconcito del cuerpo y del alma.
ResponderEliminarMuy sentido relato.
Besos!!!
Gaby*
(ya este mes, y en vista de que el pájaro cambió su ruta, soltaré otro...)
Nos dolemos más en quien queremos. Somos nosotros y ellos. Todo parece desconsuelo. Mas llegará un momento, sin duda llegará. Llegará; vergel de un momento para siempre, trocando dolor y tormento en lo que aquí no hay palabra capaz de soportar lo que se siente.
ResponderEliminarBesos
José Miguel
Es lo último que deseas ver, que tu hijo sufra, y ante eso hacemos lo posible por paliarle el dolor, que a pesar de todo le tocará pasar.
ResponderEliminarUn abrazo
Esos dolores ajenos, son propios y no es para menos estuvieron en ti y estarán siempre. No tengo hijos, pero lo que expresas (y tan bien) es un dolor y causa impotencia. Un beso grande, espero que todo esté mejor por casa!!
ResponderEliminarNo hay peor dolor amiga, la impotencia te atrapa porque uno quisiera hacer que ese dolor sea nuestro y no de ellos. Pero no se puede lamentablemente.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Me imagino que si amiga pues lo he vivido y visto reflejado primero con mi abuela mi segunda madre que sufrio demasiado por aquel dolor que la llevo de improviso a la muerte, bueno ahora estarán juntos de la manos con su querido hijo y luego con mi madre que sufre y pena cada ves que me ve de alguna manera mal pues bien me conoce aunque algunas veces logro esconder yo mi propio dolor para que ella no sufra
ResponderEliminarMe parece genial tu relato, esos dolores que nos producen los de los hijosson terroríficos, uno no puede hacer nada, más que tratar de consolar.
ResponderEliminarBesos.
Creo que los que tenemos hijos sufrimos mil veces más por ellos que por nosotros mismos, pues nos sentimos impotentes. Has descrito muy bien ese sentimiento.Un beso
ResponderEliminarLlevas razón, Tere. Forma parte de la herencia genética de los padres (especialmente de la madre), el sufrimiento y el sentimiento de impotencia ante los dolores padecidos por los hijos. Quisiéramos que no padecieran nunca, pero el padecimiento también es parte de la vida. Han de aprender a sufrir aunque no queramos ese aprendizaje para ellos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Para una madre ver sufrir a su hijo debe de ser uno de los peores doleres emocionales que existe y tú nos describes muy bien ese sentimiento que yo aún no puedo sentir. ¡Ojalá que no tengas que sufrir demasiado por tus hijos! ;-) Un beso.
ResponderEliminarCualquier dolor o enfermedad o sufrimiento que puedan padecer mis hijas, prefiero que me pase a mi. Podría soportar mi dolor, pero creo que el suyo no. Muy buen relato. Besote
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