No, no tengo
espíritu navideño, no lo he tenido nunca, no sé lo que es eso, es más, odio la
Navidad. Cuando uno se cría solo en un
orfanato desde los tres años, no sabe lo que es la familia, ni una cena de Nochebuena, ni intentar mantenerse
despierto, con los ojos como platos, la noche del cinco de enero esperando la llegada de Sus Majestades de Oriente.
Pero de vez en
cuando el destino nos gasta una broma y a mí todavía me tenía reservada una
última ironía.
Después de meses
sin trabajo, siendo un número más en la oficina de desempleo, me llamaron para
cubrir un puesto en un centro comercial. Se trataba de algo temporal, apenas
quince días, pero tenía que comer y no me encontraba en situación de rechazar
nada, por poco que me gustara hacer de Rey Baltasar.
El veintiséis de
diciembre comenzaba mi contrato. Salí de casa con la mejor de las intenciones
pero aquello me superó. Las experiencias de mi infancia, mis traumas y mi desequilibrio emocional pudieron conmigo.
Cuando terminó la
jornada, sin cambiarme de ropa, con mi capa, mi turbante real y la cara negra
de betún de judea me encaminé al viaducto como un autómata, sin detenerme
siquiera a considerar dos veces la decisión que acababa de tomar. Nadie me
esperaba en casa, nadie me echaría de menos, ni siquiera mi casero, es más se
alegraría de no tener que reclamarme cada mes el alquiler.
Al llegar al
puente, escuché sirenas de ambulancias y coches de policía que se dirigían
hacia allí. Era tarde, y la fría noche de diciembre no hacía muy agradable el
paseo. La calle se encontraba desierta.
Me asomé por la
barandilla y lo que vi me estremeció y cambió mi vida.
Papá Noel se me
había adelantado, su contrato ya había terminado y supongo que no le quedaron
fuerzas más que para emprender su particular viaje de regreso sin retorno al
Polo Norte. Su cuerpo reventado yacía sobre el pavimento. No entraré en
detalles.
Recogí el faldón
de mi capa real que arrastraba por el suelo y volví a casa.
_ Mañana volveré a
la oficina de empleo, puede que me consigan algo mejor esta vez _ pensé.
Un niño que
regresaba a casa con sus padres después de cenar con sus abuelos y recoger sus regalos de Navidad le
señaló emocionado mientras gritaba:
_ ¡Mamá, mamá,
mira es Baltasar! _ gritó el niño impresionado.
Baltasar le
sonrió.
Más cuentos navideños en casa de Matices
la magia está en la inocencia, en CREER que es posible. Para ello no importa la edad, yo ya tengo 2 años más que Baltasar y creo en él
ResponderEliminarTriste historia que se redime con un bello final dictado por la inocencia de un niño.
ResponderEliminarEsa tristeza no hace desmerecer la brillantez del relato. Enhorabuena.
Un abrazo.
buenooo impresionante,predictivo, jaja nadie puede dudar que lo has escrito ti, todo es made in tereri, no das puntadas sin hilo, y no dejas titirtere con cabeza, el final me gusta , jaja que le den a papanoel....
ResponderEliminarbesos
El útimo toque a tu teclado, es lo que nos recupera un poco del desenlace del pobre Papá Noel...Un giro muy tuyo y no por eso menos sorprendente.
ResponderEliminarUn beso enorme y un muy pero muy animado 2014.
Casss
lindo! *-*
ResponderEliminarTERE: El útimo toque a tu teclado, es lo que nos recupera un poco del desenlace del pobre Papá Noel...Un giro muy tuyo y no por eso menos sorprendente.
ResponderEliminarUn beso enorme y un muy pero muy animado 2014.
Excelente vuelta de tornillo que hace que tu cuento cobre vida, me sorprendió y me gustó. Seguro que ese niño que lo vio si fue feliz.
ResponderEliminarUn besote
No podía faltar ese toque de magia a través de los ojos de un niño para volver a creer…
ResponderEliminar¡Feliz Año Nuevo!
Un cálido saludo
Un regalo navideño el que papa Noel se adelantara a hacer lo que él pensaba. Una forma de librarlo de la muerte y obligarlo a seguir luchando ¿quien sabe lo que le espera?
ResponderEliminarUna entrada muy especial y muy tuya. con niño incluido. magia pura.
ResponderEliminarentrañables saludos.
Hola Teresa, buenas tardes,
ResponderEliminarmuy linda historia,
de seguro que cambió su vida...
pinche papá noel, siempre llega primero
hasta al suelo llego antes! =)
Te deseo un hermoso fin de semana
un beso grande
(yo estoy para hacer de Baltasar y sin betún)...
que calooooooor!
Vaya historia! Cuántas almas cargando pesadas mochilas hay en este mundo... y bueno, dicen que no hay mal que por bien no venga y que a cada cosa hay que encontrarle el lado bueno. Para este "Baltasar" no ha terminado siendo tan malo después de todo: le regaló una sonrisa de ilusión y emoción a un niño, ya eso, no es poca cosa! Ojalá la próxima le vaya aún mejor. (Un minuto de silencio para Papá Noel).
ResponderEliminarBesos! Muchas felicidades para vos y tu linda familia!
Gaby*
De tu precioso relato, que no tiene desperdicio , me quiero quedar con el triunfo de la ilusión representado en los ojos de un niño viendo a Baltasar y en la sonrisa de este que quiero pensar que surgió sin fingimiento alguno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Al menos la tragedia de Papá Noel sirvió para que este Baltasar reconsiderara su suerte!
ResponderEliminarUn abrazo.
Menos mal que Baltasar al menos cambió de opinión y supongo que el espíritu navideño lo invadió al fin...!
ResponderEliminarUn beso
Ves, una cualidad innata en los Reyes Magos es la capacidad para convertir las dificultades en atractivos deseos aunque sólo sean de una noche. Tú en tu relato has conseguido que el Rey, retomase su vida con una sonrisa.
ResponderEliminarBesos
Que tengas un 2014 muy mágico y feliz :)
ResponderEliminarMe encanta la última frase, es un bonito cierre al cuento; al que da muchos matices.
ResponderEliminarMuchos besos y feliz año.
Ah, creo que Baltasar debe agradecerte este cuento, jaja.
¡ Mis mejores deseos para el año 2014 !
ResponderEliminarAbrazos.
Me gustó mucho, Teresa.
ResponderEliminarSaludos.