ESTE JUEVES... UN REGALO CON INSPIRACIÓN

Para esta semana nuestra anfitriona juevera  Gaby*, de Mis letras insomnes,  nos propuso jugar al amigo invisible y que nuestro regalo, en forma de imagen, nos sirviera de inspiración para dar forma a nuestro relato.

Este es mi regalito:

Y esta mi historia:

Estaba emocionada. Había recibido un presente de los Reyes Magos directamente desde Uruguay. Firmé el recibí y cerrando la puerta en las narices del mensajero corrí al salón abrazada a mi paquete. Rompí el embalaje y quedé atónita ante mi regalo: un precioso elefante de madera de ébano. Me sorprendió su majestuosidad, su serenidad, su profunda mirada y sus imponentes colmillos.

Decidí colocarlo sobre mi mesilla de noche, junto a la lamparita de IKEA y el libro electrónico… un lugar privilegiado.

Al día siguiente se acababan las vacaciones, no quedaba más remedio que volver a la rutina.

 La mañana no comenzó muy bien.

 El despertador se negó a sonar. Salí de casa sin ducharme, con los pelos como la bruja Avería y engullendo una magdalena.

 Tenía que darme prisa o empezaría  el trimestre llegando tarde. Mi coche no pensaba igual, parecía no querer avanzar, cada vez iba más despacio y por más que pisé el pedal del acelerador el vehículo se fue quedando sin fuerzas hasta  que se detuvo en mitad de la autovía.

 Llovía a mares.

Salí del coche con mi chaleco reflectante y coloqué los triángulos de señalización de averías. Decidí que lo primero era ponerme a salvo de un posible atropello, así que saltaría el quitamiedos y llamaría a la grúa desde allí.

Tengo que reconocer que no fue una buena idea estrenar esa mañana los zapatos de tacón que me habían traído los Reyes, uno de ellos se enganchó en la barandilla metálica y caí de bruces por el terraplén que bordeaba la carretera.

Tres metros y medio de desnivel.

Parte médico: contusiones múltiples, fractura de fémur y siete puntos de sutura en la cabeza, cortesía de una piedra en el camino que me enseñó que mi destino era rodar y rodar…

Esa misma tarde, ya de vuelta del hospital, me encontraba descansando en mi cama cuando recibí la visita de mi hermano,  que mirando hacia la mesilla de noche exclamó sorprendido:

_¿A quién se le ha ocurrido regalarte un elefante con la trompa hacia abajo? Con la mala suerte que trae eso…

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