MI PRISIÓN
Apenas un halo de
luz se cuela, algunos días, por la pequeña ventana de mi celda. Son pocos. La mayoría solo alcanzo a ver nubes
grises, de distintos tonos, eso sí, pero no dejan de ser grises.
Desde mi cama todo
mi campo visual se reduce a un cielo lleno de amenazantes nubarrones negros.
No sé por qué
estoy aquí encerrada.
Algún delito muy grave debí cometer porque la condena
está siendo larga y dura.
Me están
permitidas las visitas pero no quiero ver a nadie.
Hay días en las
que se abren las puertas de mi calabozo y puedo salir de mi encierro, en esos
momentos todo es luminoso, alegre y me permiten comprobar que sigo viva y que el
mundo continúa girando sin mi presencia.
Estoy sola en mi
prisión. No tengo compañeros en este viaje. Tampoco hay rejas, ni guardias, ni
horarios, ni paseos por el patio, ni libertad condicional… porque yo soy mi
propia cárcel y mi peor carcelera.
Más prisioner@s en el Daily
Es verdad somos los carceleros de nuestro destino sin darnos cuenta que la llave la tenemos en los pasos que damos en el mismo.
ResponderEliminarExcelente presentación de reflexión y con un final contundente, un placer leerte como siempre que lo hago.
Un saludo compañera de letras.
Marta Genoveva)
Esa carcel metaforica es un tanto dificil de evadir. Escribí algun comentario en algun blog, sobre que un enemigo puede ser ciertos rasgos propios que obstaculizan.
ResponderEliminarCreo que el delito es querer más, desear superarse.
Entonces, tu texto tiene bastante de ficción. Porque has dado muestra de superarte, de tener logros.
Muy bien escrito.
Tal vez sea la peor de las condenas Teresa, la de tu relato....
ResponderEliminarTerrible es estar preso de uno mismo, no hay escape posible, sobre todo si no se quiere recibir visitas como en tu relato. Es muy duro este texto amiga, y tiene ese toque tuyo que hace que leerte te erize la piel.
ResponderEliminarUn beso enorme, preciosa :)
Debe ser lo peor, ser el carcelero de nuestra propia cárcel.
ResponderEliminarCuando la prisión es íntima se puede acabar olvidando las razones, construyendo barrotes en el ánimo, viendo cielos siempre nubosos.
ResponderEliminarAquí la llave y el cerrojo los pone una misma o los olvida.
Contundente, amargo y posible encierro.
Besitos.
Esa prisión que tú describes es la pero posible, porque jamás podrás fugarte de ella. Un besote
ResponderEliminarEso es lo peor, los barrotes que nos ponemos nosotros mismos, peor que los de verdad.
ResponderEliminarUna vez que alguien entre en esa prisión sin barrotes, aunque tenga momentos de lucidez y aparente recuperación, no es difícil olvidarse de las causas que provocaron ese aislamiento.
ResponderEliminarMe ha gustado el enfoque que le has dado al tema de esta semana.
Un fuerte abrazo.
Qué triste cuando una se aprisiona a sí misma, entablando una distancia imposible de acortar. Es muy duro, porque a veces el deseo de salir es imperioso, pero la posibilidad de hacerlo queda depositada en una gran falta de voluntad. Tu relato muestra un enfoque diferente de lo que puede llegar a ser una prisión.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Terrible esa prisión auto-impuesta. en cierto punto, nuestros relatos se tocan!
ResponderEliminarUn abrazo
Lo has relatado terriblemente bien. Así son los barrotes que nos autoimponemos.
ResponderEliminarBesos amiga.
De esa corcel difícilmente se sale si no se tiene la fuerza suficiente para quitar los barrotes de las ventanas para que el sol de la vida entre a raudales y se abran las puertas de la libertad.
ResponderEliminarY para eso solo hace falta quererse y querer a los demás.
Un abrazo.
Los peores barrotes son aquellos construidos por nosotros mismos, con todas aquellas cosas que nos parecen una amenaza.
ResponderEliminarMuy bueno Tere
Un abrazo :)
Cuanta tristeza muestras en tu relato, ese no querer andar, desear ver el sol temiendo su presencia al mismo tiempo...ese dejar que la vida se olvide de que existes...es tremenda la cárcel...sobre todo si es imaginaria como esta tuya. Muy bueno Tere.
ResponderEliminarAbrazos guapisima
Muy buena metáfora. El aislamiento es muy cruel...
ResponderEliminarBesos a mi chica polenta, para quien esas cárceles solo existen en su frondosa imaginación.
No hay peor carcel que esa, entrar cuesta mucho menos que salir.
ResponderEliminarQueda después de leer este texto, unos regueros de tristeza.
Besos Tere.
Excelente metáfora, a veces nos encerramos en nuestros propios problemas y no dejamos entrar a nadie, saludos.
ResponderEliminarSiempre hay que intentar la fuga cuando se trata de esa carcel, Todo vale. El guardián dormirá alguna vez, ¡digo yo!
ResponderEliminarUn beso
Dura esa cárcel tan mística y emocional. Difícil escapar de ella, no valen túneles ni limas aceradas. A veces solo es cuestión de actitud y madurez.
ResponderEliminarBuen texto que descoloca y vuelve a colocar descolocado.
Besos
Me ha impresionado tu relato por la tristeza que transmite y lo entiendo perfectamente porque también me he sentido prisionera de mi misma pero de todo se sale y de las prisiones emocionales también.
ResponderEliminarUn beso
Mira que ha habido algún otro relato de auto condena, pero tu toque da un carácter más dramático a ese daño. La idea de soledad, de que es algo irremediable, queda diametral y dolorosamente claro.
ResponderEliminarBesos, amiga güevera.