El "padre" de la idea en la que está inspirado este relato es mi hijo Adrián, al que doy las gracias por su colaboración y por su maravillosa imaginación.
Como cada mañana
encendió las luces de su vehículo para adentrarse en el oscuro túnel que le conducía
a su tediosa rutina diaria, ese pequeño movimiento se había convertido en un
acto reflejo que repetía cada día con los ojos todavía legañosos.
Una procesión interminable
de coches, de conductores de rostros anodinos, inexpresivos, robotizados que
sin saberlo habían perdido su rumbo. Una voz hueca hablaba de la ola de calor
en Madrid y del estado de las carreteras, encender la radio era otro mecanismo
más, como casi todo, necesitaba el ruido de fondo pero prefería escuchar sus
divagaciones mentales.
––Esto no se acaba
nunca _pensó_ hoy el túnel parece no tener fin.
El reloj se ha detenido hace rato, solo los
coches parecen seguir funcionando, sin sentido, sin destino.
Sus pensamientos,
como la voz de la radio se han convertido en un bucle sin final… como ese
maldito túnel del que no se ve la salida.
_ Debo de llevar
horas aquí dentro, quizá días, he perdido la noción del tiempo, no siento
hambre, ni sueño, ni cansancio, ni tan siquiera estoy seguro de seguir vivo
pero algo me impide levantar el pie del acelerador. Sigo avanzando en este
túnel perpetuo.
La detonación de
la bomba de plutonio le sorprendió en la oscuridad del túnel, como a tantos
otros conductores, convirtiéndolo así en su túnel hacia la eternidad.
Más historias si atravesáis el túnel que nos lleva a casa de Charo
Un relato surrealista que pone en evidencia las deficiencias de vidas automatizadas y sin sentido. Cuando las obligaciones se transforman en lo preponderante de la existencia, un fin igualmente absurdo no resulta tan improbable.
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno como dice el refrán "De tal palo, tal astilla".
ResponderEliminarUn relato que tiene suspenso, ritmo y un final escalofriante!
Me encantó!!!
Un beso enorme.
Felicitaciones a tu hijo, por darte la idea de este relato.
ResponderEliminarMuy bien escrito, con tu estilo tan especial.
Mal momento para que además sea el último.
Un relato con un final impactante aunque no imposible en estos tiempos en que el ser humano inventa cada día nuevas formas de destrucción cada vez más poderosas. Enhorabuena a los dos y muchas gracias por participar.Besos
ResponderEliminarTriste final para los que transitan en ese túnel, me ha recordado al primer enfoque que pensaba hacer sobre mi relato, que se refería al 11M, aunque luego la borrachera se adueño de mis teclas. Un besote guapa y feliz reencuentro con el túnel de la realidad postvacacional ;-)
ResponderEliminarDuro final para terminar la vida así, tan solo, pero por otro lado el transito se hizo sin apenas apreciarlo,
ResponderEliminarBesos Tere.
Final apocalíptico para este buen relato donde solo queda la luz al final del tunel.
ResponderEliminarHas venido con las pilas cargadas Teriri, junto a la imaginación de tu chiquillo, que lleva camino de ser tan fértil como la tuya.
Un beset
Bueno, al menos no se enteró de que pasaba a mejor vida. Siempre que entro en un túnel, sobre todo si es largo, no puedo evitar pensar que puede derrumbarse aplastando a todos los que por el transitamos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
tan bueno como inquietante...
ResponderEliminartu hijo tan polentoso como su madre!!!
besos
Un dislocación de sentido fantástica. Vas como de menos a más. De lo anodino y rutinario a lo explosivo y caótico. Como la naturaleza misma, después de la explosión todo vuele a su desorden... Y después al orden.
ResponderEliminarUn beso grande.