En esta ocasión,
más que nunca, me mueve la necesidad, el instinto de conservación. Saldré en
busca de víctimas inocentes que me mantengan viva, que me ayuden a recuperar
mis fuerzas, me encuentro muy débil.
Cuellos
palpitantes, torrente caudaloso de elixir vital. Preciso de un arma, tal el vez
el alfiler del pelo, el kanzashi japonés que me regaló aquel cautivador
contador de historias. No me interpreten mal, no poseo colmillos afilados, ya me gustaría...
No soy una vampiresa, tan solo una simple y humana mortal con
anemia microcítica.
Vi que Luis lo recomendó. Y no se equivocó al hacerlo.
ResponderEliminarEs muy efectivo. No es una vampiresa pero creo que tiene la vocación de serlo.
Te autorizo a que escribas un relato de alguno o más de mis personajes.
qué fantasía tan fantástica !
ResponderEliminarYa que está, podría dedicarse a perseguir víctimas que no sean inocentes, sino más bien delincuentes que asolen a la gente por las noches jeje
ResponderEliminarEntendible esa necesidad, estaría arrastrandose por los suelos esta pobre anémica. Muy bueno Tere.
ResponderEliminarBesos.
La necesidad del alimento vital. La más imperiosa necesidad llevada al extremo de la supervivencia más terrorífica.
ResponderEliminarMuy bien Teriri, siempre con tu toque genuino.
Un beset