El viento me habla. No, no estoy loca, me habla... de ti, de la muerte súbita, de una ciudad abandonada, del miedo al silencio, a no escuchar nada.
El viento me silba, me sopla, me vuela, el viento me habla... de lo que piensa la luna, del eterno aullido de la soledad, de la derrota del alma, de la belleza de la aurora boreal.
Tú no me crees, lo sé, pero me habla, el viento me habla... de la arena del desierto, del ruido de los disparos, de los enterrados vivos, de una colección de idiotas, de mazapán y fantasmas.
El viento me habla, me despeina y me susurra al oído:
––Ahora puedes volar, ahora viajarás conmigo para siempre.
* Imágenes tomadas de la web.
Un viento que es mal consejero, ojalá lo deje de escuchar antes de echarse a volar.
ResponderEliminarExcelente relato, impactante!
Un beso enorme
A veces el viento nos dice las verdades que no queremos escuchar, otras nos habla lo suficiente para subirnos el ánimo y seguir avanzando.
EliminarGracias por pasarte preciosa.
Un besazo!
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ResponderEliminarBuenos días, Teresa:
EliminarEstoy seguro de que el viento te habla; por lo que no eres “una loca”, sino sincera. Es más, diría que eres modesta.
Y es que ¿cómo no va a hablarte el viento? Estoy convencido de que tu salir a la calle convierte el aire en brisa fresca y tu sonrisa es el soplo cálido que calienta el ánimo.
¿Cómo no va a susurrarte el aire? Si cuidas con primor de las palabras que, al igaul que el viento, son principio de vida.
Un abrazo, Teresa.
Buenos días Nino
EliminarTal vez fuera ese viento que me arranca del aburrimiento y me deja abrazada a una duda en mitad de la calle y desnuda.
Gracias por tus palabras, animan más que cualquier viento.
Un beso!
Buenos días, Teresa:
EliminarEl viento de los dioses solía soplar sobre elegidos, denostados por locos, en las leyendas nórdicas.
Hay que estar un poco loco, yo prefiero “majareta”, para mantener viva la esperanza en este tiempo de miserables reconvertidos en prosélitos de falsos profetas, con o sin coletas.
Hay que estar muy cuerda para, sabiendo lo que nos rodea, compartir ilusiones a borbotones de palabras como tú haces.
Si la culpa es del viento, ¡ojalá sople sobre mí una de sus ráfagas!
Un abrazo, Teresa.
Un viento que no tiene miedo a hablar con verdad, gran poema, saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
ResponderEliminarEsos vientos que pueden ser peligrosos...
EliminarMuchas gracias por tu visita Boris.
Un beso!