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domingo, 14 de abril de 2019

Los muertos no bailan



Sálvame de incendios, cura mi añoranza 
para los recuerdos no hay camiones de mudanza.
 Blon


Lo sé, tengo mi casa abandonada, hace meses que no paso por aquí ni para abrir las ventanas y ventilar. Sé y sabéis que no es olvido, ni hastío, ni indiferencia, y sé que sabéis que hay domingos de añoranzas y melancolías en los que tienes que volver al lugar que te vio nacer. Hoy es uno de esos domingos.
El texto que he elegido para compartir con vosotros lo podéis encontrar en el libro Permiso para vivir, publicado en coautoría con el poeta Josep Piella Vila en 2017.






LOS MUERTOS NO BAILAN


Abro los ojos y compruebo que sigue en la mesita de noche mi libro de poemas de Lorca y que tú sigues vivo. Así sé que no estoy muerta, y que puedo seguir leyendo a Lorca y besándote a ti.
No me asusta la muerte, me asusta más el olvido. Tampoco la espero, no se merece tanto, está sobrevalorada; pero llegará, y de nada me servirá mi carné de madre, ni de maestra, ni mis libros publicados, ni mis muchos años de experiencia.
Todos nos mudaremos tarde o temprano y lo haremos vestidos solo de recuerdos: los ricos, los feos, los patos, los indigentes, los raperos, los escritores, las hormigas y los cirujanos plásticos. Tú y yo también lo haremos. Solo el río seguirá su curso, mientras le dejen.
¿Y qué hago yo cuando vaya a morir, que no creo en dioses, ni en vírgenes ni en santos, que no sé rezar y no conozco el cielo?
Supongo que tendré mucho tiempo para escribir, pero no sé cómo podré cocinar el salmón con miel allá donde vaya.
Tampoco sé si allí se duerme y me gusta demasiado dormir, lo echaré de menos; o si podré recibir visitas los domingos, ponerme guapa para ver a mis nietos, tengo tantas historias que contarles.
Recuérdame que les diga que no me lleven flores, las flores de los cementerios no me gustan, huelen a muerto, son rosas maniatadas; que me lleven perfume y libros y chocolate y fruta y gritos de niños y abrazos de jengibre y música para
bailar… espera, no, mejor no, el otro día dijeron en las noticias que los muertos no bailan.
Teresa Oteo

2 comentarios:

  1. ¡Ay esos domingos melancólicos, Teriri! Es verdad que regresar al hogar parece que a uno le cobija.
    Precioso el poema, con ese punto de desolación. Ánimo.
    Un beset

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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