Llegó el viento y giró la veleta que hasta entonces
había guiado mi vida.
Todo sucedió una calurosa tarde de verano, el solano
soplaba con fuerza cuando una ráfaga inesperada se llevó mi sombrero, revolvió
mi pelo y cambió mi destino; un destino incierto como las nubes de tormenta en
noches de primavera y que me causaba una sensación de vacío en el estómago, una
aparente calma como la que precede a la tempestad. De repente lo vi claro:
coloqué mis rizos en su sitio, recogí del suelo mi pamela, saqué pecho y con
decisión me dirigí a casa, me planté delante de mi marido y le dije:
-
He despejado mis dudas: voy a ser mujer del tiempo.
Original relato el tuyo,Teresa. El viento que provoca tempestades, se lleva en este caso algo más que un sombrero...descompone pare recomponer, a una mujer nueva, decidida, y lo bastante fuerte para decir¡basta!
ResponderEliminarMe ha encantado leerte.
Un beso.
Si cambió la dirección de la veleta que guió tu vida hasta ese momento, entonces no cabe duda que debes responder a ese cambio.
ResponderEliminarOjalá las tempestades se disipen en el cielo de tu vida...
Bien hecho, hay que tomar la cabellera del tiempo con decisión, y a mal tiempo buena cara si es posible, esa es mi previsión para el día de hoy, sin nubes y despejado, calor, mar, piscina, siesta.
ResponderEliminarBesito y suerte en el nuevo oficio, siempre imprevisible como todos.
Besito.
jajja me encantó este micro. Besos
ResponderEliminarEl viento se lleva muchas cosas. Tanto las buenas como las malas, se lo lleva todo. Es conveniente prever su dirección y fuerza, estar prevenido para que no nos afecte demasiado aquello que se nos lleva. Es una buena forma de tenerlo controlado saber anticipar su presencia y nada mejor para ello que ser mujer del tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Algunos resisten, otros dejan, otros avanzan...
ResponderEliminarEspero que tus tempestades queden atrapados en vaso de agua.