- Buah, buah, buah…
- A ver, cariño ¿quieres dejar de llorar un ratito
que me tienes el tímpano perforado?
- ¡Quiero ir con mi mamá! Buah, buah, buah…
- Venga, vamos a llamar a mamá por teléfono para
decirle que se de prisa en venir a buscarte, ¿vale?
Y cogiendo el
móvil pongo mi mejor voz de convincente telefonista simulando un entusiasta
diálogo: - Hola, ¿eres la mamá de Pepito?, te llamo para que vengas a recogerle
que ya se quiere ir a casa, ¿que estás saliendo del trabajo? Vale, yo se lo
digo, adiós.
- ¿Ves, cielo? Mamá ya está de camino, enseguida
viene.
Cinco minutos escasos de tranquilidad después…
-
Buah, buah, buah… ¡llama otra vez a mi mamá que
tarda mucho! buah, buah, buah….
-
Hola mamá de Pepito, date prisa que te estamos
esperando ¿Estás comprando el pan? vale, yo se lo digo, adiós.
-
Mamá está comprando el pan.
-
¿En el mercadona?
-
Sí, mi vida, en el mercadona que está muy cerquita de aquí.
No habían pasado ni tres minutos cuando…
-
Buah, buah, buah… ¿y hay mucha cola en el mercadona?
¡Llámala otra vez!
Y con infinita paciencia…
-
Hola, mamá de Pepito, acuérdate de que tienes que
venir a por él, ¿estás aparcando ya…?
Cuando parece que Pepito se queda conforme con la
noticia de que su mamá solo tiene que encontrar un hueco cerca de la puerta
para dejar el coche, Rocío coge el testigo y entre hipos, mocos y arcadas…
-
Buah, buah, buah… ¡Quiero ir con mi “mama”!
-
Rocío, cariño, tu mamá está comprando el pan con la mamá de Pepito,
¿quieres que la llamemos por teléfono?
-
No, profesoraaa, mi “mama” no está comprando el pan,
mi “mama” está chatarreando…
Una mañana cualquiera, de un día cualquiera, en un aula cualquiera de tres años de un colegio cualquiera (o no…)
Más llamadas telefónicas en el mejor lugar de encuentro, el de MªJosé
jajaja, ¡¡¡santa paciencia!!!, y entretanto a recoger juguetes y a sonar mocos. Es lo que tiene trabajar rodeada de niños, que son un amor, pero de vez en cuando te arrepientes de no habértelos comido, jajaja.
ResponderEliminarMuy divertido (...y supongo que basado en hechos reales).
Un abrazo
La paciencia del docente jajaja, así es una mañana cualquiera, y en especial una mañana de spetiembre.
ResponderEliminarUn abrazo Tere
jajajaja, esa es la paciencia que nunca nos debe faltar a las maestras.
ResponderEliminarUn beso
Te veo muy de principio de curso, jaja. Porque luego se deben acostumbrar ¿no?
ResponderEliminarBesos.
Vivimos rodeados de "mamás de Pepitos" que cada día, lo tienen más crudo. Admiro a los profesionales cuyo trabajo se centra en la atención de los niños. Corren tiempos difíciles y, hoy, se ha convertido en la profesión que más bajas por depresión se registran. ¡Vivir para ver!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu forma de relatar.
Un abrazo.
Lupe
Tiene que ser casi tan cansado como fascinante eso de enseñar a niños tan pequeños. Desde luego os admiro.
ResponderEliminarTe lo has currado!!!
Un beso
Una ocupación no apta para impacientes ni descontrolados ajjaja...hay que tener los nervios bien domados!
ResponderEliminar=)
A esas edades, un docente tiene más de madre/padre que de maestro :)
ResponderEliminarBss.
Tere, los tuyos de tres años, los míos con Alzheimer, pero la situación muy parecida. Diarias llamadas de teléfono a los hijos que tienen que venir a recogerlos, miles de historias, desde que están comprando el puchero hasta que están en un atasco, inventiva que no falte, y mucha paciencia y cariño.
ResponderEliminarUn beso.
Lúcido, verdadero, abandono del nene en la escuela y la mamá de compras, noooo, dándole al tecleo y al parato !dioses!
ResponderEliminarSanta, santísima paciencia de profe, ¿y Herodes, dónde para? Jajaja, está chateando con Augusto.
Besito contento profe abnegada.
sin duda ninguna, nunca seré profesor de nenes ni de nenas...
ResponderEliminarmedio beso.
¡Ay, lo que dependemos de las mamás a esa edad! sobre todo cuando antes de empezar el cole siempre hemos estado con ellas.
ResponderEliminarMuy buieno lo de chataerrando, muy bueno.
Un abrazo
Un día cualquiera, en una escuelita cualquiera, una historia cualquiera. Lo especial: la paciencia de la maestraaaaaaaaaa!!!!!!!!
ResponderEliminarBesotes
Es que hay veces que te da una vuelta el cerebelo y de momento quedas flipada pensando asombrada ¡Ostras, si tengo dos hijos!!!! Otras se quedan charrateando o de paso que compran el pan, se acuerdan de que no tienen arroz, patatas, suavizante para la ropa, champú... jajajjaaja!
ResponderEliminarUn beso y un cafelito, compi.
La paciencia y el ingenio, si van de la mano, hacen buena pareja. Un beso
ResponderEliminaray de las mamás que chatarrean y de los niñitos que las esperan y las "seños" que cuidan a un@s y no matan a otras!
ResponderEliminarun abrazo
(y un emocionado saludo por tu mirada retrospectiva donde he encontrado sentimientos propios!)
Si santa paciencia, porque ellos no saben de esperas mientras solo puede calmar ese calorcito de madre. Desde temprano se aprende el desapego.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sabes Tere, ahora que no nos escucha nadie, yo fui una niña coñazo. El primer día lloré tanto que tuvieron que llamar a mi madre, al segundo día la maestra que era un sol como la prota de este relato me regaló un abanico hecho de palitos de helado con la promesa de que me enseñaria a hacerlos. Desde ese día no hubo más telefonazos.
ResponderEliminarUn abrazo querida maestra- :)
Ves, si en vez de la mamá de Pepito, fuese el papá, seguro que no saldría del trabajo, pues estaría en el paro, no entraría en Marcadona para nada, aparcaría en doble fila y además se equivocaría de guardería, pero a pesar de todo eso, llegaría a tiempo.
ResponderEliminar¡¡Mujeres...!!
Besos.
Alfredo
anécdotas a cientos. Desde el disfraz de " pollo " el día de la fiesta de S Isidro, a otro de " sarampión " en los carnavales. Y anda que son tontos los niños
ResponderEliminarUn día cualquiera en el colegio y una maestra con una paciencia de oro!!! Jajaja me divertí mucho con este relato Tere!!!
ResponderEliminarUn abrazo enorme :)
jejeje, la de anécdotas que tendrás en tu día a día, con los niños. Yo también las tengo, cuidando a los abuelos.
ResponderEliminarUn abrazo
lola
Cuando por ahi veo a crios que no levantan un palmo del suelo doblegar la voluntad de sus padres con sus berrinches pienso que los educadores y el futuro lo tienen muy complicado. Me he reído con tu relato y con esas palabrejas maravillosas que se inventan sin querer los niños.
ResponderEliminarBesos.
realidad cotidiana pero tiene sug gracia. Cuando de soluciona algo aparece otro problema, que parece igual pero con una salida distinta.
ResponderEliminarLa paciencia infinita de los educadores con los crios nos habla de vocación y amor a lo que hacen. Sólo desde esa perspectiva se puede comprender que no se vuelvan locos teniendo la responsabilidad de un número considerable de niños.
ResponderEliminarPienso que debe de compensar y no hablo de economía.
Un fuerte abrazo.
Hoy por lo visto voy persiguiendo a Pepe...jjaaa
ResponderEliminarMe he reído muchísimo Teresa, un texto chocante, ameno, y sin duda basado en la triste realidad de las más despistadas.
Aprovecho para felicitarte, no sé si hoy celebras tu santo, pero acabo de llamar a un TERE y acordándome de ti he venido a visitarte.
Un beso.
diiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiossssssssssssss....... no podría enloquecer tan rápido... jejeje.. que relato insuperable de paciencia! cuando se haga un jueves de PACIENCIA... vas a tener que escribir algo como esto! jejeje un abrazo!
ResponderEliminarjejeje, ya con tres añitos ya hay algunos muy espabilados. ¡Santa paciencia!, pero estoy seguro que no cambiaría su trabajo por ningún otro; porque para dedicarse a esto se debe tener mucha, mucha vocación.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas a gracias a tod@s por vuestros comentarios y a Tyrma por acordarse de mi santo que fue ayer aunque lo celebraré otro día porque me pilló un poco malita, atacada por un malvado virus.
ResponderEliminarBesos.
¡que buenooooooooooo! como se dispara la imaginacion de una SUPER maestra que se gasta en telefonia "de mentirijillas" para contentar a un niño.
ResponderEliminarMuaaaakkssss ea, ea, no llores.
Cada vez tengo más claro porque no tengo vocación alguna de maestra... ¡Menuda paciencia tienen que tener! (cosa que a mi me falta, claro está) jeje. Un beso, y ánimo con tus peques.
ResponderEliminarhay una madera especial de la que están las maestras hechas. Pocas profesiones son tan vocacionales como esta
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