Quiero dedicar
este poema a mis hijos Adrián y Javier… ellos saben el porqué.
Tristes caderas
del olvido,
rosa intenso, casi
fucsia… palpitar desvaído.
Ojos cansados de
no ver más allá,
amargo dulzor de
la obviedad.
Pasos lentos, pies
pequeños,
horizonte que se
aleja y se despide,
tacones de aguja
hundidos en la arena
caminar hacia ayer.
Un mañana
asesinado por una bala de realidad.
Mar de dudas, olas
negras rompiendo en un malecón silencioso
Descarga
fulminante de medusa violácea.
¡Uffff! fin del
trayecto
Triste y obvio.
Amiga que poema! Oscuro y con un final arrasador. Pero a pesar de todo no deja de ser bello y contundente.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Hermoso, Tere! Te odio tanto...
ResponderEliminarEllos saben y entienden, bella forma de hablarles Tere.
ResponderEliminarUn abrzo.
Está bien escrito. Es realmente oscuro, y está bien escrito.
ResponderEliminarTiene una gran belleza entre el misterio que rezuma este poema.
ResponderEliminarPero es muy bonito.
La dedicatoria seguro que es especial.
Un beset.