domingo, 6 de mayo de 2018

EN EL DÍA DE LA MADRE.

Hoy 6 de mayo, Día de la Madre en España, quiero compartir con vosotros un relato titulado 'Segundas oportunidades' y que formó parte de la antología Carta a la madre,  que publicó la editorial Playa de Ákaba en 2016.
Creo que no llegué a publicarlo en el blog, así que es inédito en mis Puntos...
Aprovecho para felicitar a todas las mamás y a la mía en especial: "Mami te quiero mucho, gracias por todo y más y no te preocupes que las ilusión la iremos creando día a día".
Os dejo ya con el texto y espero que os guste.


SEGUNDAS OPORTUNIDADES

La vida no me dejó tiempo para decirte todo lo que sentía. Debí hacerlo mucho antes, tal vez la culpa fue mía por pensar que siempre te tendría a mi lado, que tu hombro sobre el que llorar y tus palabras, las únicas que me reconfortaban cuando sentía que todo se desmoronaba, no me iban a faltar nunca.
Hoy sé que no, que aunque estás conmigo ya no puedo abrazarte, que no puedo escuchar tu voz, aunque sigo llamándote cada noche sin querer asumir que te has ido para siempre. Ahora comprendo también que la vida no da segundas oportunidades… quizá la muerte sí.
Tuve que ser madre para comprender todo lo que significa esa palabra tan simple, tan usada, tan bonita, tan llena, tan amor, tan todo. Solo entonces supe lo que es querer sin egoísmo
ni esperar nada a cambio, que se te desgarraba el alma al vernos sufrir, que disfrutabas con nuestros logros y nuestras alegrías más que con las tuyas propias, que sangrabas por nuestras heridas, que te marcaban nuestras cicatrices y llorabas a lágrima viva con nuestras penas, que darías la vida sin dudarlo por aliviar nuestro dolor y que morías de impotencia y rabia por no poder evitarlo.
Porque no existe tortura física semejante a la angustia y al tormento que sufre una madre al contemplar impotente el padecimiento de un hijo, ni felicidad ni orgullo comparable al que siente al compartir su crecimiento y su dicha.
Entonces supe lo que son las noches sin dormir y los días sin tiempo, sentí cómo se desvanecía mi vida creando otra, sensaciones tan contradictorias que descolocan el corazón y la mente, supe que tus hijos son más que tú misma y que invaden tu alma y tu razón.
Aprendí lo que es ser madre a tiempo completo, contrato de veinticuatro horas, sin cláusulas ni condiciones, sin fines de semana, ni vacaciones, ni jubilación, porque por muchos años que cumplan nunca dejan de necesitarte, porque desde ese mágico e inolvidable momento en el que, por primera vez, sientes su calor sobre tu pecho comprendes que tú ya no importas, que vives por tus hijos y que si morir te asusta no es tanto por ti como por ellos.
Ahora sé que tú eres la única que nunca va a soltar mi mano, que jamás me vas a dejar caer. Y sé también que hay que ser madre para poder entenderlo.
Por fin han desconectado el maldito aparato, desde que los faros de aquel camión viniendo de frente hacia mi coche me deslumbraron, no oía otra cosa que ese desagradable pitido, ya no escucho nada, solo veo un pasillo largo por el que avanzo lentamente y al final de él te veo a ti, mamá, con tu mágica sonrisa y tus manos extendidas…, esperándome.


¡FELIZ DÍA, MAMÁ!