sábado, 2 de junio de 2018

LLUEVE


"Now the rains a-fallin'
hear the trains a-calling',whooee!"
Blues in the night. Amy Winehouse.




Llueve.
Y no me gusta la lluvia,
no me relaja, no me calma.
Odio el sonido de las gotas contra los cristales,
me roban el aire
y no puedo respirar,
creo que no lo hago.
Vivo en una ansiedad permanente,
en un cóctel de latidos arrítmicos,
de silbidos de trenes
que me recuerdan
que no debí dejarlos pasar,
pero lo hice,
y ahora solo me queda esta vida,
y dormir, y apretar los ojos y la mandíbula,
y despertar sudando,
y cambiarme de ropa
entre palabras mudas
que lo dicen todo,
pero que nadie entiende.
Tú tampoco lo haces
aunque me dices que sí cada mañana.
No es cierto.
La oscuridad siempre está ahí,
aunque no la busques,
aunque no la veas,
aunque el sol te amordace y te penetre.
Está oscuro, siempre lo está.
Y hoy llueve.
Y no me gusta la lluvia,
y escucho el sonido del último tren,
el que no puedo dejar escapar.
Y llueve.



domingo, 6 de mayo de 2018

EN EL DÍA DE LA MADRE.

Hoy 6 de mayo, Día de la Madre en España, quiero compartir con vosotros un relato titulado 'Segundas oportunidades' y que formó parte de la antología Carta a la madre,  que publicó la editorial Playa de Ákaba en 2016.
Creo que no llegué a publicarlo en el blog, así que es inédito en mis Puntos...
Aprovecho para felicitar a todas las mamás y a la mía en especial: "Mami te quiero mucho, gracias por todo y más y no te preocupes que las ilusión la iremos creando día a día".
Os dejo ya con el texto y espero que os guste.


SEGUNDAS OPORTUNIDADES

La vida no me dejó tiempo para decirte todo lo que sentía. Debí hacerlo mucho antes, tal vez la culpa fue mía por pensar que siempre te tendría a mi lado, que tu hombro sobre el que llorar y tus palabras, las únicas que me reconfortaban cuando sentía que todo se desmoronaba, no me iban a faltar nunca.
Hoy sé que no, que aunque estás conmigo ya no puedo abrazarte, que no puedo escuchar tu voz, aunque sigo llamándote cada noche sin querer asumir que te has ido para siempre. Ahora comprendo también que la vida no da segundas oportunidades… quizá la muerte sí.
Tuve que ser madre para comprender todo lo que significa esa palabra tan simple, tan usada, tan bonita, tan llena, tan amor, tan todo. Solo entonces supe lo que es querer sin egoísmo
ni esperar nada a cambio, que se te desgarraba el alma al vernos sufrir, que disfrutabas con nuestros logros y nuestras alegrías más que con las tuyas propias, que sangrabas por nuestras heridas, que te marcaban nuestras cicatrices y llorabas a lágrima viva con nuestras penas, que darías la vida sin dudarlo por aliviar nuestro dolor y que morías de impotencia y rabia por no poder evitarlo.
Porque no existe tortura física semejante a la angustia y al tormento que sufre una madre al contemplar impotente el padecimiento de un hijo, ni felicidad ni orgullo comparable al que siente al compartir su crecimiento y su dicha.
Entonces supe lo que son las noches sin dormir y los días sin tiempo, sentí cómo se desvanecía mi vida creando otra, sensaciones tan contradictorias que descolocan el corazón y la mente, supe que tus hijos son más que tú misma y que invaden tu alma y tu razón.
Aprendí lo que es ser madre a tiempo completo, contrato de veinticuatro horas, sin cláusulas ni condiciones, sin fines de semana, ni vacaciones, ni jubilación, porque por muchos años que cumplan nunca dejan de necesitarte, porque desde ese mágico e inolvidable momento en el que, por primera vez, sientes su calor sobre tu pecho comprendes que tú ya no importas, que vives por tus hijos y que si morir te asusta no es tanto por ti como por ellos.
Ahora sé que tú eres la única que nunca va a soltar mi mano, que jamás me vas a dejar caer. Y sé también que hay que ser madre para poder entenderlo.
Por fin han desconectado el maldito aparato, desde que los faros de aquel camión viniendo de frente hacia mi coche me deslumbraron, no oía otra cosa que ese desagradable pitido, ya no escucho nada, solo veo un pasillo largo por el que avanzo lentamente y al final de él te veo a ti, mamá, con tu mágica sonrisa y tus manos extendidas…, esperándome.


¡FELIZ DÍA, MAMÁ!

miércoles, 28 de marzo de 2018

Este jueves un relato


http://eldemiurgodehurlingham.blogspot.com.es/2018/03/este-jueves-un-relato-dibujos-acuarelas.html


Nos propone el Demiurgo escribir lo que la inspiración nos permita basándonos en una o más de una serie de ilustraciones propuestas. Esto es lo que ha salido.


 JUEVES DE DEMIURGO


Hoy he soñado de nuevo con el arquero y con su capucha verde, con aquella noche en la que me salvó o creyó salvarme. Podía haber escapado yo solita, debí hacerlo, pero algo no funcionó como tenía que haberlo hecho, mi mente se dejó engañar, todavía me estremezco de placer solo de recordarlo.
Todo comenzó con el árbol, el mismo por el que trepaba de niña para escapar de las persecuciones de mi medio hermano, de la muerte de mi madre,  el mismo en el que me escondía cuando  no quería que nadie me encontrara, donde podía hablar sola, un lugar en el que perderme y existir. 
No me vais a creer, pero ese árbol del que os hablo cobró vida atrapándome entre sus ramas, apretando mi cuello, mientras notaba  cómo el aire penetraba con mayor dificultad cada segundo que transcurría, cómo intentaba gritar sin conseguirlo, cómo me acercaba a la muerte en silencio, sin que nadie sospechara  lo que estaba ocurriendo; será masoquismo, pero aquella sensación de deleite y dolor que invadía mi cuerpo  me excitaba muchísimo. Notaba la dureza de las ramas, como si fueran dedos, impidiéndome respirar, sujetando mis manos y mis tobillos para que no pudiera defenderme. 



En ese momento, en el que estuve a punto de abandonar este mundo sin hacer ruido, cuando cerré los ojos para disfrutar de tan inesperado como surrealista final, apareció él: el hombre del arco y de la capucha verde. De un único flechazo destrozó el centro neurálgico de mi vegetal ¿enemigo?, obligándole a retraer sus extremidades apartándolas de mi cuerpo. Los dos escuchamos el gutural grito que brotó de sus entrañas al soltarme.




Caí al suelo mareada, con el cuello amoratado, con laceraciones sangrantes en las extremidades y confundida por aquella extraña experiencia que acababa de vivir.

Soy Duality, la mujer felina, un ser híbrido, tan sexual como peligroso, mis poderes son sobrehumanos, cualquier hombre sucumbiría a mis encantos, aunque no me hago responsable de lo que pueda ocurrir después…, estoy entrenada para matar, jamás un árbol podría derrotarme, pero aquel tenía algo especial.



Horas después desperté en su cama, mis heridas ya habían cicatrizado, no os extrañéis, mi genética no es como la vuestra, aunque mi cerebro seguía confuso.

Hoy he soñado de nuevo con el arquero y con su capucha verde. Me despierto y siento el calor de su cuerpo junto al mío, todavía es de noche, duerme. Me levanto y me acerco a la ventana, necesito respirar aire fresco. Cuando nota mi ausencia camina descalzo hasta mí, me abraza por la espalda.



Sé lo que están pensando, lectores. No hace falta que digan nada, lo sé. Sé que los árboles no suelen cometer intentos de asesinato, sé que nadie cree mi historia, que piensan que Duality es un personaje de mi trastornada cabeza, que no existe ningún arquero encapuchado con un modulador de voz que me salvara aquella noche y que me esté abrazando ahora. Pero mi mundo es mucho más completo desde que Arrow, ¿me permitís que le llame así? forma parte de él. Aunque tengamos que vivir aquí los dos, aunque me sigan aumentando la dosis de mi medicación.






Me he pasado de palabras, lo sé, no me regañéis mucho :)

Aprovecho para dejar los links a dos entradas anteriores en la que ya aparecía el personaje de Duality




No os olvidéis de pasar por el blog de El Demiurgo y disfrutar con los relatos del resto de participantes.



¡Nos leemos pronto!















sábado, 24 de marzo de 2018

TE AVISÉ

You know that I'm no good.
Amy Winehouse.


Te avisé.
Te dije que no soy buena,
que soy complicada, 
que te haría sufrir,
que soy rara,
que canto,
y río,
y lloro,
y escribo
sin motivo,
porque me apetece hacerlo,
porque no me importa lo que piensen los demás,
porque necesito ser diferente,
porque me gusta serlo,
porque he sufrido,
porque sé lo que es estar sola,
porque te quiero demasiado para dejarte,
pero no podrás cambiarme,
no voy a hacerlo.
Te avisé.
Y ya no estás.
Y ya no canto.
ni rí
o,
solo lloro por ti
en el suelo de la cocina
y escribo poemas oscuros,
como este,
como mi alma,
como mi vida.





De mi poemario Cuando sabes que estás muerta.