ESTE JUEVES UN RELATO: "HABLEMOS DEL DESTINO"

Este jueves Pepe, desde su blog desgranando momentos, nos invita a hablar del destino.

Y aunque yo, como diría Sabina: "cuando me hablan del destino cambio de conversación", me uno a la convocatoria con un relato titulado "Cruce de caminos" incluido en mi Orbis... 

Tiene más de 350 palabras, lo sé, pero en todo lo demás he sido buena y he cumplido las normas, así que espero que me perdonéis y no me echéis del grupo, además si me expulsáis os quedáis sin coordinadora para la semana que viene :)

Manuel Aguirre se sentía feliz. Había terminado sus estudios de formación en el instituto y comenzaba sus prácticas en una empresa.

No tardó en adaptarse a su nuevo lugar de trabajo y a sus compañeros. Era un joven sociable y simpático, sin problemas para congeniar con la gente, caía bien a todo el mundo.

A los pocos días ya se divertía con los demás y sus chistes malos circulaban de planta en planta.

Aquel lunes a la hora del café todo el mundo parecía estar dormido. Manuel bromeó:

—Venga, chicos ¿Quién se ha muerto? Parece que estamos de velatorio, si la semana ya está hecha, pasado mañana, miércoles.

Nadie parecía hacerle mucho caso, pero él continuó en su intento de animar al personal  y con aire grandilocuente exclamó:

—“Vengan a visitar al "Gran Manuel" y les adivinará el porvenir: ¿Le tocará la lotería, encontrará a su gran amor, perderá el Barça el sábado, conseguirá vivir eternamente? ¡Se sorprenderán de lo que está escrito en sus manos, señoras y señores, la quiromancia es una ciencia exacta, no se equivoca nunca y nada podemos hacer para cambiar nuestro destino!

Consiguió arrancar una sonrisa a los compañeros que, con su café en la mano, volvieron a su tarea. 

Algunas personas no están preparadas para escuchar lo que nos pueden decir—pensó— tendrían que seguir viviendo con demasiada información.

Solo uno de ellos, Javier, fue lo suficientemente valiente o, quizá curioso, para seguirle el juego.

—A ver listillo, ¿Qué me depara el futuro?

Manuel se rodeó de un halo de misterio, observó detenidamente las líneas de su mano y poniéndose muy serio le dijo:

—Vas a tener una larga e intensa vida, pero en la mitad de tu viaje verás a la muerte de cerca.

—Vale «Gran Manuel»—bromeó Javier—cuando la vea le daré recuerdos de tu parte.

Pasaron los días y no se volvió a hablar del tema, Manuel terminó sus prácticas  y abandonó la empresa. Transcurrieron los años, demasiados. Nadie había vuelto a saber de él.

Javier continuó con su prometedora y ascendente carrera en la compañía, pero su nivel de estrés aumentaba como lo hacían sus responsabilidades y las exigencias a las que se veía sometido.

Fue un jueves de mayo, como hoy, aquel sudor frío y ese dolor opresivo en el pecho no presagiaban nada bueno, perdió el conocimiento y alguien avisó al 112.

Cuando abrió los ojos se encontraba en el hospital, no recordaba nada de lo que había ocurrido, un hombre le llevaba en una camilla, atravesó intubado las puertas de la UCI, no podía hablar pero sí escuchó con claridad al celador cuando se acercó a él y le tranquilizó:

—No te preocupes, saldrás de esta.

Una tempestad de pensamientos y recuerdos invadió la mente de Javier al reconocer al «Gran Manuel» bajo el uniforme de celador.

P.S. Esta historia está basada en hechos reales.

Si queréis saber dónde nos llevará el destino podéis informaros en casa de Pepe.