Hoy todo el mundo habla de mí, todos se creen con derecho
a opinar y a condenarme sin molestarse
siquiera en preguntar o en conocer mi versión.
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¡Pobre mujer! , comentan las vecinas, parece que ha
entrado una loca en su casa y la ha degollado.
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Y no ha sido un robo, los policías dicen que no se
ha llevado nada.
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Ha sido la enfermera del segundo ¿no? , la que
trabajaba en la maternidad, añadía una tercera.
Hoy soy una asesina y cumpliré mi castigo.
Si se pusieran en mi pellejo, si cargaran, aunque fuera por unos instantes, este pesado lastre que arrastro desde hace tanto tiempo; entonces sabrían lo que he tenido que sufrir durante estos años, cómo he vivido con el corazón y el alma maquillados, esperando mi momento, lo único que me daba las fuerzas suficientes para levantarme cada día. Ese momento había llegado.
Sí, la he matado, a sangre fría y lo volvería a
hacer, porque… ¿dónde estaban los que ahora me juzgan cuando esa “persona” me
quitó a mi bebé para traficar con sus órganos?
Más zapatos a medida o no en la zapatería de Gastón.