Después de mucho tiempo desaparecida de los jueves y del blog, mis actividades literarias me dan muchas satisfacciones, pero no me dejan mucho tiempo libre, me reengancho esta semana en la convocatoria de El Demiurgo, lo hago con una reedición porque mi tiempo no me da para más, pero supongo que algunos no lo habréis leído y a los que lo leísteis en su momento puede que se os haya olvidado :)
El pasado 19 de abril fue el cumpleaños de Mara Laira y, desde aquí va mi felicitación en forma de relato.
Escribo estas líneas desde mi tumba.
Mara Laira acabó con mi vida o quizá debería decir que fui yo mismo quien lo hizo.
No recuerdo bien cuando empecé a notar aquella molesta y extraña sensación. Comenzaba con un ligero dolor de cabeza que, poco a poco, se iba convirtiendo en un insoportable martirio, como si me taladrasen la cabeza con una broca.
Ahí terminaban mis recuerdos. Después, el vacío más absoluto en la profundidad de mi mente, un sueño oscuro del que cuando conseguía despertar no era capaz de rememorar nada.
Muy a mi pesar consideré que había llegado el momento de buscar ayuda profesional, la situación me superaba y afectaba ya a mi vida cotidiana.
Gracias a las sesiones de hipnosis supe que en esos “vacíos" de mi mente mi persona desaparecía, que el Demiurgo era eclipsado por un personaje totalmente extraño a mí que se apoderaba de mi mente y de mi voluntad.
Una chica extraña, sexy, misteriosa, intrigante, que se hacía llamar Mara Laira y según sus propias palabras tenía un único objetivo: acabar con mi mediocridad.
Regresaba de la consulta del psiquiatra, estaba anocheciendo. Otra vez ese sonido perforándome el cerebro, no vi aquella curva.
Ahora el Demiurgo no es más que un espectro vagando sin rumbo que intenta comunicarse virtualmente con el mundo, pero no siempre ella se lo permite.
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