Nuestros fantasmas, nuestros demonios, nuestros miedos... nos hablan. A veces nos susurran, otras nos cantan, pero otras nos piden a gritos que contemos su historia, nuestra historia. Yo lo he hecho, he puesto voz a mis fantasmas y he vomitado un no-poemario lleno de verdad y ¿por qué no decirlo? de belleza.
Este no-poemario se llama Sin cobertura, y desde el pasado sábado 15 de enero ya no me
pertenece solo a mí.
Apenas una hora antes de la presentación alguien me
preguntaba por wasap de qué trataba mi libro. No contesté, es más, una semana
después no he contestado aún a ese mensaje y no lo voy a hacer, pero me hizo
gracia, quizá digo gracia cuando lo que quiero decir es indignación y tristeza.
Unos minutos antes de intentar explicar en público cómo me había sentido en los
últimos años después de que me diagnosticaran una enfermedad crónica con
afectación neurológica y cómo volqué esos sentimientos en un papel, pretendían
que lo resumiera en un wasap. Puede que mi libro trate de temas demasiado profundos, demasiado íntimos,
demasiado míos. Puede que si no me resulta fácil contestar en un wasap de qué
trata mi libro el interés del lector decaiga, no merece la pena leer algo que
requiere de tanta explicación, algo que no soy capaz de resumir en un breve
audio, porque supongo que de leer un mensaje escrito ni hablamos. Puede que ese
sea el verdadero problema: el no-lector.
No sé, igual son paranoias mías. Solo estoy pensando en voz
alta y compartiendo una anécdota que, en el momento, me hizo sonreír pero a la
que no he dejado de dar vueltas durante toda la semana. O igual no son paranoias y la palabra adecuada es frustración.
Pese a todo, Sin
cobertura no es un libro triste, es un libro de verdades, de versos de
colores y de asumir que raro rima con humano.
Ya sabéis, si lo que queréis es que os cuente en un wasap de qué trata el libro lo más fácil es que no os conteste, pero si os apetece leerlo y darme vuestra opinión podéis conseguirlo en nuestra web:
https://descentrados.es/producto/sin-cobertura/